

Dos décadas después de la muerte de Freddie Mercury, sus fans no podrán prestar mañana tributo en ningún cementerio, ya que el cuerpo del cantante fue incinerado en Londres y las cenizas fueron esparcidas en un lago suizo pocos días después.
El día de su entierro su ataúd llevaba una rosa roja encima y en la ceremonia se escuchó la canción "Barcelona" , grabada en 1987 por el músico británico con su admirada Montserrat Caballé y que se convirtió en el himno de los Juegos Olímpicos de 1992, cuando Mercury ya había fallecido.